Al Código de Entrada y Estancia de Extranjeros y de Derecho de Asilo (CESEDA) francés se suma ahora la "Ley de 26 de enero de 2024 para el control de la inmigración y la mejora de la integración" . Aunque el gobierno francés afirmaba que "los franceses esperaban esta ley", sus vacilaciones, aplazamientos y luego reanudaciones nos dan motivos para dudarlo. Para que una ley así fuera aprobada por mayoría de diputados, necesitaba los votos de la extrema derecha. A fuerza de concesiones, los consiguió.

Esta ley está mal denominada.

Se hace todo lo posible para obstaculizar la integración de las personas presentes en territorio francés: exigencias paradójicas para obtener el derecho a trabajar (hay que haber trabajado sin derecho durante 12 meses antes de solicitar un permiso de residencia para "empleos escasos", cuya lista no está actualizada), exigencias sobre el nivel de lengua francesa sin dar los medios para aprenderla, obligación de abandonar el territorio que dura tres años en lugar de uno y que, durante este tiempo, impide cualquier acción y casi obliga a esconderse. ¿Cómo integrarse en estas condiciones?

¿Qué tipo de control esperan?

La mayoría de las personas que llegan aquí [a Francia] lo hacen arriesgando su vida, dejando deudas en su país o con la vergüenza de regresar. Se quedarán aquí y sus condiciones de vida se deteriorarán.

Asociaciones de izquierda, sindicatos y partidos políticos se opusieron en todo lo que pudieron a la votación de esta ley. Cáritas Francia, en contra de su costumbre, se unió a ellos en las calles para exigir su retirada. En esta ocasión, incluso se vivió un estallido de humanidad y fraternidad que trascendió todas las confesiones. Todos cantando, o caminando de buen humor, crearon una verdadera comunión. En vano, el populismo gana terreno en Europa, y los exiliados se llevan la peor parte, son los verdaderos chivos expiatorios de la creciente pobreza.

En lugar de atacar la mala distribución de la riqueza, señalan con el dedo a quienes, durante la pandemia de COVID, siguieron sirviendo a los franceses, arriesgando sus vidas, en trabajos que los nativos ya no quieren hacer porque son demasiado duros y están mal pagados.

¡No nos rendimos! Secours Catholique-Caritas Francia sigue movilizada para defender los derechos de todos y llevar a cabo una revolución fraternal. Nuestros lugares de acogida deben ser un baluarte contra el rechazo del otro y espacios de reflexión conjunta, para luchar contra la pobreza.

Laurence Huard, CPMAD, para RAEMH

También puede leer otro artículo en la web de Secours Catholique sobre este tema.