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110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 29 de septiembre de 2024

28 septiembre 2024

Mensaje conjunto de Caritas Internationalis, la red CLAMOR, la Conferencia Episcopal Latinoamericana y la RAEMH



Novedades


En el marco de la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024 nos hemos reunido en Bogotá, Colombia, organizaciones basadas en la fe de todos los continentes, durante la VII Asamblea General de la RED CLAMOR y el Encuentro Internacional MIGRARED, para abordar, como Iglesia sinodal y en salida, con una visión regional y global, las causas profundas de una migración cada vez más forzada y las necesidades de protección e integración de las personas en situación de movilidad humana. Entre algunas cuestiones reconocemos que:

.1 A finales de 2023, había 117,3 millones de personas desplazadas por la fuerza, o sea una de cada 69 personas en el mundo - el 1,5% de toda la población mundial[1]. Se estima que el desplazamiento forzado, agravado por diversos conflictos y crisis humanitarias prolongadas y no resueltas[2], haya seguido aumentando en 2024 hasta alcanzar 120 millones de personas a finales de abril. Las crecientes desigualdades y xenofobia, alimentadas por agendas políticas populistas, junto con la inacción continuada de la comunidad internacional para resolver los conflictos y la emergencia climática, hacen que las perspectivas del desplazamiento mundial en 2025 parezcan sombrías.

2. No podemos quedarnos indiferentes ante la realidad del pueblo en movilidad forzada que cada vez se hace más compleja, debido a múltiples causas, entre ellas la concentración de la riqueza en manos de unos pocos y un modelo de desarrollo no sostenible que genera empobrecimiento, exclusión social y degradación ambiental; el comercio de las armas, la corrupción, las ambiciones geopolíticas que alimentan guerras y conflictos; la violencia generalizada, el poder de la mafias y las violaciones a los Derechos Humanos. Queremos ser buenos samaritanos en el camino, unidos al Señor que camina con su Pueblo, como nos convoca el papa Francisco en esta Jornada del Migrante y del Refugiado 2024.

3. Por estas causas interconectadas, millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares, su tierra, sus relaciones más profundas, en busca de seguridad, de trabajo y de oportunidades para conquistar su derecho a una vida digna.

4. Migrar debería ser siempre una decisión libre y no forzada. Por eso, el Papa Francisco nos ha llamado a atender las causas estructurales que generan la migración forzada y a defender, como afirma en la Encíclica Fratelli tutti , el derecho a no ser obligados a migrar. Es decir, que todo ser humano pueda encontrar en su propio país las condiciones para vivir con dignidad (FT 38).

5. Ante la pregunta, ¿dónde está tu hermano? (Gn 4,9) , la Iglesia va caminando en solidaridad con las personas vulnerables en las periferias del mundo. La fe nos motiva a comprometernos con ellas y a partir de ellas, de sus rostros, sus historias, sus preocupaciones y también sus esperanzas, edificar la cultura del encuentro, derribando muros y construyendo puentes de fraternidad.

6. “Dios no sólo camina con su pueblo” nos recuerda papa Francisco en su Mensaje para esta 110ª Jornada Mundial – “sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia – especialmente con los últimos, los pobres, los marginados -, como prolongación del misterio de la Encarnación”. El Migrante es lugar teológico, por eso, “el encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, “es también un encuentro con Cristo […]”[3].

7. Constatamos en cada casa de acogida, albergue, comedor, centro de asistencia, oficina defensora de derechos humanos o de inclusión laboral y social, en cada camino, calle, puente o parque donde salimos a encontrarnos con hermanos y hermanas migrantes y refugiados, que la respuesta inmediata como cristianos es y debe siempre ser una respuesta de compasión, justicia y amor. En nuestro trabajo cotidiano y en redes, recordemos las palabras de Jesús: “ Fui forastero y me acogiste ” (Mt 25,35).

8. Para nosotros que caminamos juntos con las personas migrantes, refugiadas, desplazadas internas y sobrevivientes de la trata; así como con sus organizaciones comunitarias, la fe se traduce en compromiso diario para acoger, proteger, promover e integrar a estos hermanos y hermanas nuestros.  

ACOGER Y PROTEGER

9. Debido a las políticas anti migratorias de Estados que cierran o externalizan fronteras, encarcelan a los migrantes como si fueran delincuentes y promueven deportaciones masivas, un número creciente de personas en movilidad humana no puede acceder a vías regulares de migración ni al reconocimiento de la condición de refugiados. Por eso, muchas de ellas se ven obligadas a buscar caminos peligrosos como el Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, la frontera entre Estados Unidos y México con personas de todas partes del mundo, o la ruta del Mediterráneo central que inicia comúnmente atravesando el desierto del Sahara en África.  También arriesgan sus vidas en nuevos itinerarios marítimas como la ruta Atlántica que pasa por las islas Canarias o la utilizada por los rohingya y bangladesíes para cruzar la bahía de Bengala y el mar Andamán en Asia, la frontera entre Irán y Turquía, cruzada a pie por los refugiados afganos. Cada vez que un gobierno cierra u obstaculiza los pasos regulares, se abren otros más peligrosos, que aumentan la vulnerabilidad de los migrantes y solicitantes asilo y los hacen presas fáciles de las mafias y de la trata de seres humanos.

10. En este momento crucial, en camino hacia el Jubileo de 2025, queremos alzar nuestras voces para exigir vías de migración regulares y seguras, que sean realidades concretas y no una mera expresión vacía, así como corredores humanitarios para las personas en situación de particular vulnerabilidad. También abogamos por la regularización de los migrantes sin papeles y la plena integración y ciudadanía de las personas en situación de movilidad humana en nuestras sociedades.

11. En ocasión de Cartagena + 40 no se debe instrumentalizar la migración en un año marcado por procesos electorales. Hacemos un llamado a la comunidad internacional a seguir apoyando financieramente la respuesta que se está brindando. Los fondos para la ayuda humanitaria no puede irse solo a la contención, por demás fallida.

PROMOVER E INTEGRAR

12. Muchos migrantes, refugiados y desplazados y víctimas de trata, deben enfrentarse todos los días a los embates de la cultura del descarte y de la indiferencia, a la xenofobia, a la negación de sus derechos fundamentales como la salud, la educación y un trabajo digno y bien remunerado

13. La explotación laboral de las personas en movilidad humana es una triste realidad en todos los países, incluidos los del Norte global. Ellas trabajan más de 10 horas al día, de lunes a domingo, por salarios injustos e inhumanos, no dignos y sin ningún tipo de seguridad social. Muchos niños, niñas y adolescentes, son forzados a la mendicidad y las mujeres a la explotación sexual y laboral. Denunciamos que estas son nuevas formas de esclavitud, un pecado social y un grave delito que clama al cielo, bajo la mirada cómplice de empleadores y gobernantes. Ante esta realidad nos comprometimos a defender los derechos de los trabajadores migrantes y de sus familias.

14.El primer paso para construir juntos el futuro es la educación. La escuela es clave para la plena inclusión. En la escuela se aprende a ser amigos y a construir la paz. El trabajo de sensibilización contra el racismo y la aporofobia, debe hacerse en primer lugar en las familias, las escuelas y las iglesias locales. Muchas organizaciones eclesiales y sociales basadas en la fe, ofrecen cotidianamente a niños y niñas migrantes, refugiados y a las comunidades de acogida, formación en el respeto a las demás personas con sus valores, su cultura, sus tradiciones y su fe para crecer juntos en la riqueza de la diversidad, así como herramientas básicas que faciliten su integración como el aprendizaje del idioma local.

15. El Santo Padre nos ha exhortado a construir un “nosotros” cada vez más grande, destacando que todos estamos en la misma barca.[4] Por ello, desde hace varios años hemos ido constituyendo redes de atención a migrantes y refugiados en los diversos continentes y hemos construido una nueva esperanza con ellos y sus propias organizaciones comunitarias. En ese “nosotros”, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas internas y sobrevivientes de trata han pasado de la periferia al centro.  

16. Con Jesús, los humildes, los pobres, los migrantes, refugiados y desplazados se vuelven protagonistas, discípulos y anunciadores de la buena noticia del Evangelio. Es a partir de ellos que Jesús empieza a cambiar los paradigmas del mundo, de su tiempo y del nuestro; es con ellos que revoluciona el modo de pensar, las relaciones humanas, para hacer realidad un Reino de justicia y de amor, un espacio verdaderamente humano de desarrollo integral, del que ninguna criatura, ni siquiera la más pequeña e indefensa, quede excluida.

17. En esta misión, queremos invitar a todo el Pueblo de Dios y a las personas de buena voluntad a promover juntos la acogida y plena integración de las personas en situación de movilidad humana, valorando la riqueza de la diversidad y la participación de todos a la vida de la comunidad. 

Nos encomendamos a la protección maternal de la Virgen María que, con su familia, vivió la experiencia de la migración forzada y el exilio.

Que el Señor guíe los pasos de los migrantes y refugiados,  que sigamos experimentando su guía y nos fortalezca en esta misión de ser luz y esperanza para el mundo, para ser buenos samaritanos en el camino.

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[1] ACNUR, Tendencias Globales, junio de 2024. https://www.acnur.org/tendencias-globales

[2] En particular en Ucrania, Haití, Nicaragua, Venezuela, Burkina Faso, Sudán y Sudán del Sur, Gaza, Siria, Yemen, República Democrática del Congo, Myanmar, Afganistán, Etiopía y Somalia.

[3] Francisco, Mensaje del Santo Padre para la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (2024). 

[4] Francisco, Mensaje del Santo Padre para la 107ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (2021).