Desde el sur de Marruecos al sur de España, a lo largo de esta ruta migratoria el paisaje puede cambiar, pero la realidad laboral persiste: la temporalidad, la precariedad y la lucha diaria por mantener la dignidad siguen marcando el día a día. En ambos lados del mar, Cáritas acompaña estos trayectos humanos, construyendo puentes entre la vulnerabilidad y la esperanza, entre el trabajo y la justicia.
CARITAS MAROC
Uno de los principales desafíos que enfrentan las personas en situación de movilidad es la inserción laboral. Llegar a un país nuevo —que muchas veces no es su destino final— implica encontrar una forma de subsistir. En el sur de Marruecos, concretamente en El Aaiún y Dajla, muchas mujeres se enfrentan a esta realidad y acceden a sus primeros empleos en trabajos temporales, principalmente en el envasado de pescado o en cultivos agrícolas.
En Marsa , una pequeña localidad pesquera cercana a El Aaiún, algunas mujeres encuentran oportunidades laborales en las cámaras frigoríficas. Algunas de ellas tienen la posibilidad de vivir en un edificio próximo a la fábrica, en unas condiciones precarias pero que, debido a la cercanía, incrementa sus posibilidades de poder trabajar. Sólo se les avisa si hay tarea disponible, y trabajan hasta que ésta finaliza o completan jornadas de 10 ó 12 horas. No suelen saber con antelación si serán llamadas ni cuánto tiempo durará su jornada. Mientras unas se encargan de cortar el pescado, otras lo clasifican o lo empacan. Es un trabajo físicamente exigente, con largas jornadas laborales en ambientes de bajas temperaturas, que a menudo deriva en serias dolencias físicas como dolores lumbares, de trapecio o de piernas.
Desde Cáritas, se presta especial atención a los problemas de salud derivados de estas condiciones laborales. Se ofrecen talleres de sensibilización sobre higiene y bienestar físico, donde se explican las causas comunes de los dolores musculares y se brindan medidas no farmacológicas que pueden ser útiles para combatirlo.
En el sur de Marruecos, muchas personas en movilidad optan por trasladarse a Dajla, donde la situación es algo más tranquila, aunque las condiciones laborales no son mejores. El sueño: ahorrar dinero para enviar a sus hijos o hijas —a quienes han dejado con parientes en su país de origen— y, eventualmente, continuar su viaje o cambiar de ocupación. Por eso, la mayoría debe alternar entre el trabajo en las cámaras frigoríficas y en el campo.
Aissata (30 años, Costa de Marfil) lo cuenta así: “ Llevo un año trabajando en una plantación de frutas y verduras en Marruecos. Como joven emigrante, encontrar trabajo es difícil. En Dajla, puedo elegir entre la fábrica de pescado y las plantaciones. Cuando cierran los frigoríficos, me voy a los campos. Voy y vuelvo todos los días en autobús. Me levanto a las 3 de la mañana y trabajo de 7 de la mañana a 5 de la tarde. Allí recojo tomates y melones. Tengo que llenar al menos 18 cajas al día. Si el trabajo está bien hecho, al final de la quincena me pagan 100 DH al día. De cargar con cajas todo el día me duele la espalda, pero hay que pagar el alquiler, enviar dinero a casa y demás. Me gustaría dar las gracias a Cáritas, que me ha apoyado mucho, pagando las medicinas que necesito e incluso ayudándome con el alquiler y la comida” .
Efectivamente, al igual que colabora con el sistema de salud marroquí en la atención médica a las personas en tránsito, Cáritas también ofrece acompañamiento en citas y consultas médicas y apoya en la realización de pruebas, análisis o la adquisición de medicamentos.
Además, el acompañamiento social y espiritual es una pieza clave para quienes viven en esta situación de vulnerabilidad. Uno de los objetivos prioritarios para el futuro es poder ofrecer formación y programas educativos que fortalezcan las competencias de las personas en movilidad, favoreciendo su integración social y ampliando sus oportunidades profesionales.
CÁRITAS ESPAÑOLA
El empleo agrícola en España es una pieza clave para muchas personas migrantes que llegan en busca de una oportunidad laboral. Sin embargo, la temporalidad de las campañas y la falta de condiciones dignas han hecho que muchas de estas personas vivan en una constante incertidumbre llena, en muchos casos, de precariedad. Desde el sur del país, en Huelva, pasando por Córdoba, Jaén y Segovia, un proyecto en el que Cáritas y otras organizaciones forman parte, trabaja por transformar el empleo agrícola en una oportunidad más segura y estable para quienes llegan en búsqueda de un futuro digno y lleno de oportunidades.
“El objetivo es que los trabajadores migrantes puedan pasar de una campaña a otra sin que se vulneren sus derechos laborales” , explica Chonchi Martín, técnica de Cáritas Diocesana de Huelva. La iniciativa forma parte de un esfuerzo dentro del Foro de Comercio Ético, donde empresas, productores y organizaciones colaboran para garantizar condiciones adecuadas de empleo y vivienda en toda la cadena de producción.
El proyecto nació en 2024 con el propósito de evitar que, una vez finalizada la temporada en Huelva, las personas temporeras tengan que regresar a asentamientos precarios o embarcarse en la incertidumbre de la búsqueda de empleo. Según Martín, se trabaja con empresas agrícolas para que ofrezcan contratos estables y alojamiento digno, evitando situaciones de vulnerabilidad.
Además del empleo, el acompañamiento legal juega un papel fundamental. “Muchos trabajadores enfrentan problemas administrativos y de documentación, y les ayudamos con trámites como el empadronamiento o la solicitud de arraigo” , señala Martín. El impacto de la iniciativa va más allá de la seguridad laboral. Para los trabajadores, supone una oportunidad de estabilidad y una mejora en su calidad de vida. “Queremos que estas personas no tengan que volver a vivir en condiciones precarias cuando acaba la campaña, sino que puedan encadenar empleos de manera formal y protegida” , concluye Martín.
Mohamed Camara (39 años, Costa de Marfil) llegó a España hace más de tres años y ha pasado por diversas ciudades antes de establecerse en Villanueva, Córdoba, al sur de España. Nada más llegar a España su camino estuvo marcado por la incertidumbre, “solo quería trabajar en lo que fuese, tenía experiencia agrícola, pero todo eran trabajos cortos y precarios” , relata. Mohamed estuvo siendo acompañado desde el Área de Empleo de Cáritas Diocesana de Huelva para poder cumplir sus objetivos. Comenzó trabajando durante unos meses en Huercasa, empresa colaboradora del proyecto, donde trabajó manipulando maíz y remolacha, pero el objetivo era que pudiera encontrar un trabajo estable. La siguiente oportunidad, gracias esta vez al trabajo de Intermediación Laboral del Área de Empleo de Cáritas apareció en Villanueva de Córdoba. Tras un periodo de prueba obtuvo un contrato indefinido en la empresa Dehesa Jarota S.L. Cáritas y la empresa lo han apoyado en la renovación de sus documentos y en su integración laboral. “Cuando la empresa tiene dudas sobre cualquier documento, gestión de citas, trámites administrativos se pone en contacto con nosotros inmediatamente, hay una buena relación” , explica Ana Martín, técnica del Programa de Empleo de Cáritas Diocesana de Huelva. Además del trabajo, la empresa le ha proporcionado alojamiento, un factor clave en su proceso de independencia. “Estoy agradecido, confío en Cáritas, me dejo aconsejar. Tener un trabajo estable me ha permitido formar parte de la sociedad, ayudarme a mí y a mi familia, hacer mi vida, tener estabilidad y tranquilidad, salir, comprar sin que me den dinero, sin ayuda. Ahora puedo relacionarme con mis compañeros, tengo independencia y puedo hacer una vida normal” , comparte Mohamed.
Este proyecto sigue creciendo, sumando nuevas empresas y colaboradores en busca de un sistema laboral más justo. La meta es clara: que el trabajo agrícola deje de ser una lucha por la supervivencia y se convierta en una vía real de integración y estabilidad para quienes llegan en busca de oportunidades.
Y es que el viaje no termina al cruzar una frontera ni al encontrar un empleo. Para muchas personas en situación de movilidad, cada jornada laboral es una nueva travesía, marcada por la incertidumbre y la resistencia. Aunque los escenarios cambien, los desafíos siguen siendo los mismos: acceder a un trabajo digno, vivir sin miedo y construir una vida estable. En ese trayecto Cáritas permanece como un faro constante, ofreciendo acompañamiento legal, formación, escucha y oportunidades reales de transformación. Un camino hacia el hogar que se construye en red, con manos que se entrelazan desde múltiples espacios, con otras Cáritas, otras organizaciones, asociaciones, entidades o empresas, con el objetivo de abrir paso a nuevas oportunidades y esperanzas compartidas. Porque entendemos que cuando el trabajo se convierte en un espacio de dignidad, el viaje deja de ser una huida y se convierte, por fin, en un camino hacia el hogar.
Pena MONJE - Responsable de comunicación y cooperación internacional de Cáritas Diocesana de Huelva
Teresa Martin, Responsable de Comunicación de Cáritas Marruecos